En esta ocasión, fui el único de los componentes del club que se animó a correr. M.Angeles sigue de baja por embarazo (la única que tiene escusa), Miquel se quejaba de ahogarse al andar tras superar un ligero resfriado, Alfredo se quejaba de tener fiebre y dolor de estómago tras haber recorrido 18 kilómetros corriendo unos días antes, Pepe buscó como escusa que tenía programado una ruta de senderismo y Luis simplemente se rajó.
Pues se perdieron una prueba preciosa. El día, como estaba previsto, salió lluvioso. La salida era justo enfrente del Pabellón de la Fuente de San Luis. Llegué como 15 minutos antes de la salida, programada a las 9:00 horas. Mi dorsal de papel no duró colgado de los imperdibles ni 3 minutos. La intensa lluvia que caía lo empapó enseguida y se desprendió de los finos alambres.
La lluvia no paraba y tras intentar cobijarme bajo un árbol, y realizar ligeros estiramientos, a falta de 5 minutos del inicio de la prueba me coloqué en la zona de salida. A pesar del día que había salido, éramos muchos los "héroes", como chillaba el speaker por los altavoces, que nos habíamos atrevido a enfrentarnos a la lluvia.
Como es habitual, la prueba se inició con exquisita puntualidad, así que a través de la Avda.Hermanos Maristas, y en dirección al río, comenzamos la odisea. Mi intención era no coger la pájara que sufrí en la anterior prueba de Ruzafa, por lo que cogí un ritmo cómodo.
La lluvia no paraba, cayendo con intensidad, con lo que los charcos de agua eran imposibles sortear. En la siguiente fotografía podemos observar el estado de la calzada a la altura de la rotonda que hay en el cruce de Hermanos Maristas y la calle Autopista del Saler.
Nada más pasar la rotonda en el cruce de la Avda.Plata y Alcalde Reig, cogimos el desvío para bajar al río. A partir de éste puntos y durante los siguientes 3,5 km , aproximadamente, recorrimos el viejo cauce del río, desde la Ciudad de las Artes y de las Ciencias, llegando hasta el Palau de la Musica, dándole la vuelta a la fuente para seguir por debajo del río hasta el punto en que bajamos al mismo.
Justo antes de la rampa de subida, un coche de policía estacionado nos bromeaba por los altavoces del vehículo indicando que teníamos que ir preparados desde casa y haber traído los paraguas. La verdad que la zona del río parecía más una carrera de cross más que una carrera popular, dada la cantidad de charcos que se acumulaban.
Nada más salir del río, vi el cartel amarillo indicando que pasábamos por el kilómetro 5. Faltaban 1,3 kilómetros, y aunque no iba sobrado, noté que todavía me quedaban fuerzas suficientes para llegar en buen estado.
Aunque en los últimos 500 metros noté una pequeña bajada de fuerzas, llegué no sin esfuerzo bastante entero a la meta ubicada en la calle del Bombero Ramón Duart.